A medida que se va adquiriendo experiencia y se van sucediendo los éxitos, también aumenta la complejidad de las gestiones para alcanzarlos. Esto obliga en muchos casos a pasar de un modelo basado en la visión y la intuición, a otro modelo basado en la planificación estratégica, la gestión por objetivos y el trabajo en equipo con profesionales no familiares.
Generalmente, cuando se aborda el proceso de profesionalización de la empresa familiar, los dos primeros pasos que se suelen dar son: incorporar al negocio a profesionales no familiares y poner en macha los órganos de gobierno.
Hacia la profesionalización de la empresa familiar
Con la profesionalización, los puestos de trabajo son para los mejores profesionales del sector que se pueda contratar, sean o no de la familia, con el fin de aportar excelencia a las funciones esenciales y reforzar las áreas del negocio que puedan tener carencias o limitaciones.
Otro aspecto a tener en cuenta en el camino de la profesionalización de la empresa familiar es la formación de órganos de gobierno efectivos, determinados por la naturaleza y complejidad de la empresa familiar. A partir de aquí, las decisiones se deben adoptar a través de los órganos pertinentes (Consejo de Administración, Comité de Dirección, Consejo de Familia o Junta General de Accionistas). Por esta razón, es necesario el buen funcionamiento de cada uno de ellos y tratar en cada foro los temas que les correspondan.
La profesionalización de la empresa familiar no es un proceso sencillo y, por tanto, es recomendable que sea una persona de la familia, preparada y formada, quién lidere este proceso. Por otro lado, también es importante aprovechar el conocimiento que puede seguir aportando la generación saliente, posiblemente desde el gobierno de la sociedad, y las buenas prácticas y la experiencia que pueden aportar los profesionales externos.